La pandemia afectó -como era de esperarse- a todo el tejido económico del país, pero el sector que mayor impacto ha sufrido es el de las pequeñas y medianas empresas, fruto del confinamiento y la reducción del consumo provocado por el cierre y liquidación de empresas, además de la ola de despidos.
En el reporte de enero a marzo de 2021 de la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo, Quito presentaba una tasa de desempleo del 13.5%, convirtiéndose así en la ciudad que encabeza este indicador a nivel nacional (INEC, 2021).
Si analizamos las potencialidades productivas que conectan la ruralidad con la metrópoli de la capital como fuentes de empleo, podemos encontrar modelos alternativos basados en encadenamientos productivos sostenibles que pueden elevar los niveles de empleabilidad en la ciudad, promoviendo procesos de cohesión social que nos llevarán varios pasos adelante en el camino no solamente del desarrollo económico, sobre todo del humano.
Estos encadenamientos productivos deben estar vinculados, no exclusivamente pero sí con énfasis, en aquellos sectores con alto potencial de desarrollo gracias al aprovechamiento de las características geográficas de las parroquias rurales de Quito como se establece en la Estrategia en Emprendimiento e Innovación promulgada en 2021.
Para construir este futuro de oportunidades para todos, es fundamental contar con acciones que tengan en el centro al bienestar del ser humano, más aún en estos tiempos de adversidad, y para ello es necesario contar con aliados que entiendan y vivan este propósito comunitario que nos permitirá alcanzar el desarrollo sostenible de las sociedades.
Aquí la confianza cumple un papel fundamental, pues es el cimiento para la co-creación de iniciativas multi actor con un propósito en común: salir juntos adelante, apoyarnos los unos a los otros, sentirnos fortalecidos, caminar en una sola dirección, que se desvía de procesos netamente transaccionales. Son vínculos poderosos que marcan una gran diferencia en términos de creatividad, trabajo colaborativo, innovación, solución de problemas, toma de decisiones. Nuevas lógicas humano – económicas, donde sigue siendo el talento y la confianza el mayor motor, lo que catapulta por “default” al desarrollo económico.
Hasta el momento este abordaje de encadenamientos productivos se ha realizado desde el eje económico únicamente, lo cual condiciona conductas sociales y por tanto interfiere en la política pública. Es necesario que se generen espacios de encuentro y decisión sobre la administración de los bienes pues solamente allí se abrirá la oportunidad de generar cambios significativos hacia modelos económicos sostenibles e inclusivos que, si bien es cierto, no son una fórmula única que puede o debe ser impuesta en un conglomerado social, sino que, deben ser el resultado de una visión común que incremente la apropiación, responsabilidad y gestión de estos bienes para beneficio de la comunidad sobre la base de acuerdos que fomenten la cohesión social y la confianza.
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