Cuando pensamos en estrategias para multiplicar la presencia positiva de nuestras marcas dentro del entorno que las rodea, generalmente priorizamos acciones externas como publicidad, relaciones públicas y mercadeo, dejando de lado el gran potencial que posee nuestra propia gente para impulsar este impacto. Trabajadores, proveedores, personal interno de la organización, aquellos que perteneciendo a la misma, sintiéndose implicados, tienen la capacidad genuina de hablar externamente de nuestra marca de forma exponencial y positiva, convirtiéndolos en los verdaderos embajadores de marca.
Se trata de generar comunidad, más allá de las condiciones laborales, excelente ambiente en el entorno, oportunidades de formación, crecimiento, flexibilidad, entre otras ventajas para nuestra gente. Cuando construimos equipos de trabajo con una dinámica comunitaria, son ellos los que se convierten en nuestros mejores embajadores, quienes ponen el alma y el corazón por la compañía porque se sienten valorados, porque creen en lo que hacen y en el por qué lo hacen. Es una relación de confianza que va construyendo conexiones cada vez más profundas y vulnerables entre la organización, sus líderes y una cohesión de equipo extraordinaria, ingeniosa, talentosa y leal.

Este eje de comunidad es el necesario presente y el inmediato futuro de las organizaciones. Los líderes de hoy en día están cada vez más convencidos de ello. No se trata de un trabajo fácil, más aún cuando la sociedad no se siente confiada ante las organizaciones debido a los múltiples intereses individuales. Por el contrario, esta construcción de confianza requiere de metodologías centradas en el ser humano, en una cultura que impulsa el cambio y la evolución de los equipos de trabajo para obtener como resultado el aumento de la capacidad creativa, una alta productividad y una organización 100% más competitiva gracias a la consecución de un solo propósito.
¿Y cómo generamos confianza?... un día a la vez.
La confianza no se dictamina, es el resultado de un proceso en donde los actos son coherentes con lo que la organización predica; es decir, es un gran desafío.
La confianza es un camino en el cual podemos preguntarnos ¿qué mensajes y expectativas definen nuestra cultura y cómo ella condiciona los comportamientos de cada miembro de nuestra organización en la cotidianidad?; ¿qué comportamientos solo son un reflejo de una necesidad constante de autoprotección?.
La confianza inicia con ese ejercicio tan necesario y tan poco practicado: “parar y reflexionar”que nos muestra aquello que la vorágine diaria nos oculta.
Vamos a caminar junto a ti en este ejercicio para generar confianza aplicada a los negocios.
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